Crónica Trail Vallejuelos 2019. Las Lomas palentinas.

Trail Vallejuelos

Hace unas semanas, buscaba en el calendario las carreras para este 2019. No por el hecho de dejarlas cerradas al 100%, pero sí para tener una idea de las fechas en las que competiría. Fue entonces cuando vi la opción de intentar hacer la Copa Diputación, aunque seguro que no correría todas, y vi las fechas que me quedaban libres para ocupar con otras carreras. Y entre Balboa, a principios de mes, y Biosfera Trail, a mediados de abril, tenía un hueco. Miré un calendario online, filtrando por mes y comunidad autónoma y me llamó la atención esta carrera. Aún estamos en las primeras carreras del año y no quería algo muy duro a 3 semanas de Biosfera. 25 kilómetros y menos de 1000+ se ajustaban perfectamente a lo que buscaba. Incluso el terreno, con mucho sendero y pista corribles, era bueno para mí. Parecía una Transcandamia 2.0. Visto esto, decidí apuntarme.

Horas previas y viaje

Sabía que, por horario y por condiciones no era la mejor opción. Trabajando el día antes hasta las 22:30 y siendo fuera de León no son las mejores condiciones. Y no hablo de lo deportivo, que al final es lo de menos cuando vas a carreras con idea de preparar otras más importantes, hablo de logística. Pero, como hacemos lo que nos gusta, pues nos adaptamos.

Sábado, salgo de trabajar, rápido para casa, cena, acabar de preparar la bolsa para el día siguiente y a la cama lo antes posible, poco después de las 00:15. Suena el despertador el domingo, 06:15 toca ponerse en marcha, ducha, desayuno, recoger un poco y a las 07:30 en camino para Villamuriel de Cerrato donde llegaríamos minutos después de las 09:00. Recoger dorsal, cambiarme la ropa que me faltaba y a calentar. La salida era a las 10:00 y se preveía muy rápida, hay que llegar bien caliente en estos casos. Aunque el frío no sería un problema, desde las 09:30 que comencé a calentar ya lo hice en manga corta y pantalón corto, sería una jornada muy calurosa.

Salida y primeros kilómetros

Acostumbrado a estar rodeado, en León, de gente conocida, se hace extraño estar en una línea de salida en la que no controlas el nivel del resto de corredores. Miras a tu alrededor y todos parecen Kilian, te da la impresión de que hay gente muy rápida. Pero una vez que se da la salida ya no recuerdo la cara de ninguno de ellos.

Comienza la cuenta atrás desde 10, no hemos llegado al número 3 y uno de los corredores, a la postre el ganador, ya se ha adelantado unos metros. Todos miramos con cara de asombro y retrocede de nuevo a la línea de salida. Si que algunos tienen ganas por aquí, pienso para mí. Oímos el cero del speaker y allá vamos.

El corredor que se había adelantado unos metros en la salida toma la cabeza de carrera desde el principio y pone un ritmo, aunque no excesivamente fuerte, bastante ligero ya. No hemos salido del pueblo (muy recomendable una visita por cierto) y ya vamos ligeramente estirados. Un tramo de camino al lado del canal, giro a la izquierda y dejamos el pueblo por un tramo de asfalto. Sin mirar más que a mi alrededor, veo que nos vamos quedando en cabeza un grupo de 4 corredores, aunque el resto viene realmente cerca por los pocos metros que llevamos. Empieza a picar para arriba según vamos dejando atrás las últimas edificaciones de Villamuriel y llegamos al primer tramo de camino.

Llega la primera subida dura. Ya había visto en el perfil que al salir del pueblo había una gran pendiente. Llevamos un poco menos de 2 kilómetros y, pese a la motivación de acabar de empezar la carrera, ya tenemos que echar a andar. El cuarto componente del grupo de cabeza cede unos metros y se descuelga, quedamos 3 aunque nos separamos ligeramente, yo soy el tercero.

Tramo rápido y a los toboganes

Acabamos la primera subida y, pese a que la carrera es un continuo sube y baja, llegamos a un tramo donde las subidas no son tan duras y las bajadas permiten acelerar considerablemente. Alcanzo de nuevo al corredor que me precede mientras que el primero se nos aleja ligeramente. Será un tira y afloja continuo en éstos primeros metros.

Llegamos a la segunda subida dura del día, caminamos de nuevo, paso rápido y alcanzamos la cabeza de carrera, volvemos a estar juntos, aunque por poco tiempo. El chico que va primero conoce el terreno, entrena por allí y nos dice que quedan unos 8 tramos de subida duros. Agradecemos la información aunque yo no llevé la cuenta en ningún momento, bastante tenía con correr.

A partir de aquí, son tramos de subida y bajada continuos, acompañados por senderos dónde se puede correr rápido pero con mucho desgaste. Y digo desgaste porque escasean los tramos rectos, curvas continuas y bastante cerradas, me sentía Marquez en un circuito de Moto GP, acelera, frena, acelera, frena… Poco a poco nos vamos estirando de nuevo, el segundo se separa del primero y yo de mi predecesor, nos seguimos viendo en tramos de subida, pero cada uno administra sus fuerzas por separado.

Corriendo sólo, ¿o no?

Llego al primer avituallamiento, aproximadamente el kilómetro 8. Pastilla de sales, un trago de agua y a seguir. Me informan que llevo cerca a los dos corredores por delante y, aunque lo sé, mi objetivo ahora es coger mi ritmo e ir viendo más adelante cómo van las cosas. No quiero pasarme, hemos salido rápido y se va notando el desgaste, aún quedan unos 17 kilómetros más. Desde este punto mi carrera sería en solitario, aunque la sensación no era esa.

Salgo del primer avituallamiento, una curva de 180º muy amplia y cogemos sentido contrario por otra ladera lo que me permite seguir escuchando los ruidos del avituallamiento. Apenas he salido del mismo y me parece oír más corredores llegar, pensaba que venían más lejos. Tramo muy rápido en ligero descenso, miro el reloj, los ritmos bajan fácilmente de 4’/km y pienso que puedo estar sacando distancia a los de detrás. No quiero hacerlo, pero estoy pendiente de lo que viene por detrás. Tobogán, bajada muy pronunciada y una subida fuerte, mientras subo escucho multitud de pasos detrás de mí y gente hablando, parece que vienen pisándome los talones.

Llegamos al segundo avituallamiento, kilómetro 12 más o menos. Está después de una bajada tendida y antes de una nueva subida. Me informan de dónde están mis predecesores, pero yo, al parar miro hacía atrás, sigo estando pendiente. Pero no viene nadie, por ahora. Un trago rápido de agua y a seguir. Último vistazo al salir del avituallamiento y ahí sí que vienen, no sé cuántos, pero vienen, toca seguir.

Punto de control y cambio el chip

Siempre me pasa. En todas las carreras hay un punto donde dejo de preocuparme por el resto y empiezo a mirar para mí.

Coronamos la subida y de nuevo para abajo, voy con la sensación de que vienen muy pegados a mí, pero voy a intentar no mirar para atrás en exceso. De repente, miro a mi izquierda, me parece ver algo y es el segundo clasificado, por un camino paralelo al mío, separado por unos pocos árboles, en sentido contrario. Pienso, ahora lo que peor me viene, un tramo de ida y vuelta donde me voy a cruzar con la gente que viene detrás. ¿No querías dejar de pensar en quién viene detrás? Pues Murphy y su asquerosa ley actúan de nuevo.

En el giro hay un par de miembros de la organización que me da la impresión de que están apuntando dorsales, un punto de control imagino. Realizo el giro y veo una subida, de menos a mas, que acaba con una fuerte pendiente. Veo eso y veo pasar corredores hacía el control que, según mi impresión, vienen bastante cerca, 4, 5 o 6 no me pongo a contar, muchos en todo caso. Primer tramo de la subida trotando suave y cuando se empieza a poner duro comienzo a caminar. Cabeza agachada y para arriba, voy a seguir mi ritmo y ver qué pasa en la subida.

He ido viendo en gran parte del ascenso al segundo, pero ya ha coronado y ha desaparecido en el giro de la parte superior. Llega mi turno, corono y según giro las ganas me pueden y miro para atrás. Sorpresa, veo a un corredor a escasos metros (en subida parecen menos de lo que es realmente) y sube trotando en la parte dura. Viene muy fuerte, pienso para mí. Nos quedan aún más de 10 kilómetros para meta y tengo la impresión de que sólo yo voy cansado (esto nos pasa mucho a todos).

Y aquí llega el cambio de chip que os comentaba antes. Llegado este punto pensé, que cada uno corra como pueda, yo voy a intentar defender mi posición, pero a mi manera. Eso sí, el que quiera alcanzarme, le va a costar porque pienso correr lo más rápido que pueda hasta la meta. Y si me alcanza, un aplauso por ir más rápido que yo.

Última subida, avituallamiento y sorpresa

Después de una subida tan dura, llegó un tramo de sube y baja más llevadero, pero con trampa. Llegamos a un camino bastante ancho, muy rápido, empezaba a recuperar fuerzas y sensaciones y me notaba que volvía poder lanzarme a correr deprisa y, para mi sorpresa, el pueblo, ya veíamos Villamuriel bastante cerca. Miro el reloj, no puede ser, llevamos unos 16 kilómetros, aquí hay algo que se me escapa. Y llegó la trampa, veo dos voluntarios, me informan de un giro a la izquierda, imagino lo que me espera y no me equivoco. Nuevo muro, ¿aquí no hay subidas normales? Pienso para mí. Es igual de larga que la anterior, pero muy empinada ya desde el inicio. A lo lejos una antena parece marcar el final del ascenso, pero la veo muy lejos.

Cabeza abajo, espalda recta e intentado no pensar. Eso sí, no puedo evitar pensar que hace unos kilómetros, en la otra subida, tenía gente muy cerca. Con la inclinación que hay en este momento, debería escucharles o sentirles y no viene nadie por detrás. ¿Quizás han pagado los esfuerzos de antes? No lo sé, pero voy a seguir a lo mío. Corono con dificultad, me ha costado mucho más de lo que esperaba, pero ya estoy arriba. Todo parece indicar que sería la última subida del día (subida dura, porque tramos llanos hay pocos o ninguno) y, tras unos segundos de trote intentando recuperar el aliento, vuelvo a correr lo más deprisa que me permiten las piernas.

Último avituallamiento, miro el reloj, kilómetro 18. Me quedan unos 5 kilómetros de sorpresas, ya que los 2 últimos son por el mismo camino que subíamos y ya los conozco, son muy favorables. Un chico me pregunta desde lejos que quiero del avituallamiento, le digo que agua y un niño me lo tiene preparado cuando llego. Un trago, la otra mitad del vaso va para la cabeza, hace calor y cada vez se nota más. Salgo del avituallamiento (el más concurrido de gente) y oigo una voz que me dice que voy segundo, se habrá equivocado al contar…

Pasan unos metros y vuelvo a oír, esta vez de frente, una señora que me vuelve a animar diciendo que voy segundo, y ya decido preguntar, ¿cómo voy? Segundo me responde de nuevo. Le digo que iban dos corredores delante de mí, ella se reafirma en que no, que yo soy el segundo. ¿Quién de los dos que iba delante ha abandonado? (Perderse era imposible en esta carrera) Me quedo con la duda, pero me llevo una grata sorpresa, parece que los kilómetros no pasan en vano para nadie y haber sabido cuándo regular puede darme un puesto extra.

Últimos kilómetros sencillos y meta

Desde ese avituallamiento los kilómetros empezaron a pasar deprisa. Senderos estrechos, aunque seguía siendo un sube y baja continuo, bastante favorables y salimos a un camino amplio. Me suena, este camino va a llevarme ya al último giro para repetir el inicio de la carrera, en sentido contrario hasta el pueblo. Fue un tramo un poco engañoso, parece que ya lo tienes ahí, pero tras dos toboganes, justo antes del giro hacia el pueblo hay una subida de unos 400 metros que, aunque no es muy empinada, acaba con las pocas fuerzas que nos quedan.

En mitad de la subida, encuentro a un padre y un hijo, me suena, es el chico que me preguntó arriba, en el avituallamiento, qué quería beber. Me dice desde lejos que regule, que es la última subida, que luego es todo favorable y que arriba sacaba unos cuantos metros al tercero, que viene lejos. El hijo, aún bastante pequeño, repite, de manera entrecortada, las palabras de su padre y me da ánimos.

Parece que el pensamiento de correr para mí y ponérselo difícil a los de atrás, pero sin estar tan preocupado, ha funcionado y he ganado distancia. Giro a la izquierda y una bajada pronunciada que hago con calma. De nuevo el tramo de asfalto, esta vez muy favorable, me permite ir rápido y cómodo. Nuevo giro, esta vez a la derecha, para coger el camino al lado de canal. Un tramo llano en el que no veo el momento de llegar. Sé que ya no me cogen por detrás, pero sigo apretando lo que puedo, hasta llegar al pueblo. Último giro a la izquierda, adelanto gente que estaba haciendo la marcha andando, animan, y entro en el pueblo.

Son los últimos metros, metros de satisfacción por todo lo pasado en estas poco más de 2 horas, ya veo la meta. Como siempre, Alba esperando mi llegada, que paciencia tiene, esta vez acompañada de Andrés y Raquel, mis cuñados que se han acercado hasta allí. Una de mis partes favoritas, chocar la mano de los niños que hay en la recta de meta, celebración y llegada, mucha satisfacción.

Desde aquí poco más que contar. Veo que el ganador ha sido el chico que iba primero toda la carrera, le felicito, igual que al tercero que llega poco más de un minuto después de mí. Me pregunto dónde habrá abandonado el otro corredor, aunque no le veo por allí para poder interesarme. Una ducha, una caña en una terraza para celebrarlo y la entrega de premios.

Entrega de premios muy curiosa. Ya lo he visto en alguna ocasión más, pero me sigue sorprendiendo. Dieron premio al vencedor absoluto masculino y a la vencedora absoluta femenina, sólo al primero/a. Y a partir de ahí empezaron a contar las categorías. Yo quedé 2º absoluto y 2º senior masculino. En absoluto no me dieron nada porque sólo era al primero, pero en senior masculino me dieron como 1º (de los 3 que daban, aunque sólo yo estaba presente) ya que el premio del ganador no era acumulable. Muy extraño.

Un trofeo y una botella de vermut, que regalé a mi cuñado, fue el premio. Pero lo importante es sentir que cada día me conozco un poco mejor y que, poco a poco, creo que puedo ir mejorando que es para lo que entrenamos día a día.

Prensa:

Diario de León

Leonoticias

El Norte de Castilla

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