Crónica Trail de las Barranqueras de Toro. Llegó la primera en el momento más inesperado.

Trail Barranqueras de Toro

Quién me iba a decir a mi, cuando a mediados de Mayo os contaba mi retirada del Monte Ranedo Trail que iba a estar tanto tiempo sin competir y que la vuelta iba a ser así. Cuántas vueltas da la vida y que de sorpresas nos esperan que ni nos imaginamos. Nunca había ganado una carrera de ningún tipo a nivel absoluto y, aunque por el terreno sé que este tipo de carreras me favorecen, no esperaba para nada que fuera en Toro. Pero fue un día que todo salió como tenía que salir y me llevé la sorpresa. Voy a contaros un poco cómo fue la carrera.

Viaje tranquilo y calentamiento

Como la carrera no tenía un horario de salida especialmente temprano, decidimos ir y volver en el día desde León. Pasadas las 07:15 de la mañana salimos de León dirección Toro, con la idea de ir tranquilos para llegar en torno a las 09:00 a recoger el dorsal y calentar con calma (la salida era a las 10:00). Llegamos en el horario previsto y nos dirigimos a la zona de recogida de dorsales donde nos encontramos con Gorka y más gente de la organización y voluntarios a los que saludamos rápidamente, ya que estaban ultimando los detalles de la carrera.

Con el dorsal ya en la mano, vuelta al coche, chándal fuera y a calentar. Ya había hablado con Pascu que, por mis todavía pequeñas molestias con la lesión, quería calentar bien y un periodo de tiempo más largo que otros días, para salir ya con la musculatura caliente. Dicho y hecho, un calentamiento básico de articulaciones y músculos, unos estiramientos y 20′ de carrera que aprovechamos para ver la salida/llegada del circuito.

Faltaban 5 minutos y ya estábamos en la zona de salida preparados para comenzar la prueba. En este momento nos requiere Gorka al micrófono para darnos la oportunidad de contar un poco el reto solidario en el que estamos inmersos y que os conté en esta otra entrada. No sólo nos había dado «voz» a través de las redes sociales de la prueba los días previos a la misma, si no que nos dejó hablar antes de la salida, en la entrega de premios y, posteriormente, volvió a recordar todo por redes sociales una vez pasada la prueba. Estamos muy muy agradecidos por el apoyo que se nos ha dado desde la carrera para esta causa. Sin olvidar el exquisito trato al corredor por parte de cada uno de los voluntarios y la buena organización de la misma. Una vez más, gracias.

Salida rápida y primeros kilómetros

Después de los prolegómenos, cuenta atrás desde diez y pistoletazo de salida. Pascu y yo nos ponemos rápidamente en las primeras posiciones ya que nos comentaron que, después del primer kilómetro llano que solventamos en poco más de 3′, había un estrechamiento en el giro hacia los caminos de las barranqueras y podía formarse tapón.

En ese primer kilómetro se destacó mucho un corredor que, supusimos por el ritmo, que era participante de la carrera «corta». Por tanto decidimos que ese no era ritmo para nosotros y soltamos el pie del acelerador buscando un ritmo más acorde a nuestra distancia. Rápidamente llegó la primera bajada, donde perdimos algunas posiciones con gente que se lanzó muy muy deprisa, y con gente que, también iba a la carrera corta y, ponía ritmos más altos desde el principio.

Aquí fue un poco descontrol, había mucha gente alrededor y no sabíamos de que carrera era cada uno, por lo que busqué una referencia de un corredor del Vía Farma Zamora que conozco de otras competiciones y sé más o menos que puede ser un rival de mi nivel en carreras de este tipo (técnicamente es mejor que yo para montaña más exigente).

Los dos o tres siguientes kilómetros fueron un sube y baja constante y seguí a la estela de este corredor, hasta que en un punto hizo una parada para atarse una zapatilla y pasé delante. En este punto me vi sin referencias, y decidí seguir a mi ritmo, pero un ritmo que me permitiese guardar fuerzas, por lo menos hasta el kilómetro 5 donde teníamos el primer control de paso y se separaban ambas distancias. Ahí ya podría controlar posiciones y adversarios.

Me pongo en cabeza

En el tramo hasta que llegamos a ese kilómetro fui totalmente solo. Veía dos corredores un poco por delante, a escasos metros, y gente que venía ligeramente por detrás. Pero seguí al mismo ritmo, no quería apretar sin saber cuántos tenia por delante, ni gastarme más de la cuenta, seguía guardando.

Llegó el kilómetro 5 y el cruce donde nos separábamos. Hice el giro a la derecha que nos correspondía a los de la distancia de 19k a la vez que un voluntario me dijo: – ¡Venga que les tienes ahí!. Levanté la vista y me situé en carrera, iba tercero y los dos corredores que llevaba viendo desde hacía unos cuantos minutos delante de mi eran el primero y el segundo de mi distancia.

Para esto había ido guardando, les tenía cerca y estábamos en ligera subida. Poco a poco les comía terreno, pero sin volverme loco. El primero echó a andar, y su perseguidor trotaba, pero a su mismo ritmo. Me encontraba cómodo mientras subía trotando y rápidamente les di caza. Aquí me pasaron dos cosas por la cabeza: me quedo en grupo y posiblemente nos cojan por detrás (Pascu y otro corredor que no venían lejos) y nos lo jugamos en grupo a ver quién aguanta más, o visto que voy con más fuerzas y el terreno sigue siendo de sube y baja aprieto.

Decidí tomar la segunda opción, les pillé e inmediatamente me puse a tirar y parece que se iban despegando. Era el momento de no ceder.

Tramo llano a mitad de carrera

Había cogido unos metros de distancia, una curva cerrada con mucho campo de visión me permitió mirar ligeramente a mi izquierda y situar la carrera. No venían lejos, pero tampoco cerca, se iban soltando poco a poco. Veía a Pascu y Clemente (el corredor de Vía Farma) juntos en cuarta y quinta posición ligeramente alejados. Me encontraba bien y era el momento de seguir apretando para soltar más a la gente.

Y llegó un tramo de los que me gustan, 2 kilómetros prácticamente llanos por una pista ancha y donde se puede correr rápido. Me acordé enseguida de las series de las últimas semanas y pensé que era el momento de que dieran sus frutos. Y los dieron, pero sólo en parte.

Conseguía alejar a los corredores que venían detrás de mi, excepto uno. Llevaba una camiseta de Triatlón Duero (a la postre tercero de la prueba). Le notaba las pisadas detrás de mi, y cada vez un poco más cerca. Pensé que ese sería su terreno, si competía en triatlón en algunas ocasiones, sería buen corredor de asfalto. Miraba el reloj, ritmos de 4’/km en ligera subida y los pasos cada vez más cerca.

Pero yo me encontraba con fuerzas, pensé que si me cogía iba a tener que sufrir y tarde o temprano volvería el terreno de sube y baja que tanto me gusta. Y así fue, llegamos a un giro casi de 180º entre unos árboles y nos encaró a una subida. Notaba sus pasos muy muy cerca de mí, casi al lado. Pero también oí un grito/respiración muy fuerte al empezar la subida por su parte, como de falta de aire o exceso de esfuerzo.

Lo vi claro, tenía que apretar más aún en este terreno y así lo hice. Fueron kilómetros que, una vez pasado el ecuador de la carrera, sólo pensaba en seguir apretando para ganar distancia, seguía con fuerzas y mi objetivo era que me dejasen de ver, que perdieran la referencia y, si querían pillarme, tuvieran que sudar mucho.

Fui intentando coger referencias visuales pero ya no les veía, no sabía quién venia justo detrás. Si se juntaban y se vigilaban entre ellos yo podía seguir sacando distancia y era lo que buscaba.

Últimos metros y meta

Esa soledad fue la tónica hasta los últimos kilómetros de la carrera. Veía algún voluntario de vez en cuando. Afinaba el oido para ver cuánto tiempo después de mi paso animaban a los perseguidores y coger alguna referencia, pero nada, era imposible.

A tres kilómetros de meta, estaba mi padre, que había estado con mi madre en otros puntos de la carrera. Me dice que me quedarán unos tres kilómetros y que los dos últimos son duros, especialmente el último con la subida al pueblo, que guarde fuerzas. Las piernas ya empezaban a pesar un poco, pero este kilómetro, entre el 16 y 17 era por una senda estrecha, pero muy corrible, iba con ganas.

Salimos de la senda, una subida y llegamos al pueblo, 17.5 km, no puede ser, pregunto a una voluntaria y me dice que aún tenemos que bajar hacia las barranqueras y quedan unos cuantos repechos (ya decía yo, no me cuadraban los kilómetros y el desnivel en ese punto). Me tiro para abajo, bajando me encuentro bien, pero las subidas me empiezan a costar. Quizás apretar tanto en la zona media de la carrera no ha sido buena idea, pero tengo margen, toca gestionarlo.

Subidas que antes trotaba, tenía que alternarlas con unos pasos de caminata. Cada vez más gente, más voluntarios y más ánimos. Me planto en la última subida, miro hacia arriba, todos los espectadores asomados a la barandilla del pueblo esperando nuestro ascenso, pero es larga. Me la tomo con calma, las fuerzas empiezan a fallar cuesta arriba y camino demasiado. Llevo más o menos la mitad de la subida y me dicen que llevo mucho margen, que hace unos metros llevaba unos dos minutos, en el punto que vi a mi padre la última vez.

Pregunto a esa persona si vienen detrás y me dice que sí, sorprendido. Qué se han acercado bastante, especialmente Clemente, pero que aún está lejos. Ni miro, me pongo a trotar de nuevo y darlo todo hasta arriba, es mi oportunidad y no quiero desperdiciarla. Un último esfuerzo y cuando estoy llegando una última mirada. Si viene, pero lejos. Gorka me dice desde el micrófono que disfrute, que está echo y no me van a coger y eso hago.

Unos choques de manos a los pocos niños que vi en la entrada a meta y aplausos de agradecimiento a todos los que se han acercado a animar en los últimos metros.

Por fin, está hecho.

Prensa:

Diario de León

Leonoticias

Leonoticias (2)

La Opinión de Zamora

Zamora News

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *