Crónica CxM Matallana de Torio. Empezando la temporada.

CxM Matallana de Torio

Si hace nada decíamos «adiós» a la temporada 19/20. Hoy decimos «hola» a esta nueva temporada 20/21. El año pasado ya comencé la pretemporada con una competición, nada satisfactoria por cierto, y esta temporada la primera ha llegado con sólo dos semanas de entrenamiento y casi sin carga de trabajo. La idea de hacer esto es testar el estado de forma y ver de dónde partimos. Y han sido sensaciones realmente buenas.

Momentos previos y salida

El previo de ésta carrera estuvo marcado por la «novedad» de este año con la distancia Ultra y su salida el día antes a las 00:00. Tenía amigos corriendo y el interés en cómo transitaba la carrera crecía con el paso del tiempo. Si bien el sábado me fui lo más pronto que pude a la cama tras salir del trabajo, por lo que no pude estar atento a la salida, el domingo nada más levantarme a las 06:00 pregunté por cómo iba dicha carrera.

Mientras tanto, el mismo ritual de siempre, ducha para entrar en calor, vestirme con la ropa de competición debajo del chándal y a desayunar. Salí con bastante margen hacia Robles de la Valcueva, donde estaba situada la salida, ya que las condiciones meteorológicas eran malas y tenía que recoger el dorsal.

Cuando llegué y ya tenía el dorsal en mi poder, recibí la visita de mi amigo Pascu, que se había tenido que retirar del Ultra tras una muy mala noche de lluvia y frío que no le permitió seguir en carrera, cuando iba en posiciones de top-10. Estuvimos charlando un rato mientras me acababa de preparar y a las 08:00 (30 minutos antes de la salida) comencé el calentamiento y él volvió a León a descansar.

Mientras calentaba, aproveché para acercarme hasta los últimos metros de la carrera Ultra e intentar ver la llegada de los primeros de la misma, aunque esto no fue posible hasta los últimos instantes y a pocos segundos de nuestra salida.

Y llegaron las 08:30 y nos dispusimos a enfrentarnos a los 32 km de distancia y 4800 metros de desnivel acumulado que nos esperaban. La salida fue rápida, aunque no a ritmos altísimos, lo que me permitió aguantar en un grupo de 6/7 corredores durante los primeros kilómetros. Sabía del nivel que tenían mis acompañantes y que, muchos de ellos, son superiores a mí en estos momentos, pero el ritmo me iba bien y quería aguantar todo lo posible. Siempre guardando fuerzas para más adelante.

Y así fue. Hasta el kilómetro 7 sólo se nos habían ido Guzmán y otro corredor por delante. El resto estábamos en un grupo bastante compacto. Pero con la llegada de la primera subida larga, vi que el ritmo era demasiado alto para mí y, me dejé caer buscando ritmos más acordes.

Empieza a llegar el cansancio

Ya en solitario me acerqué a la zona más técnica de la carrera, una bajada con mucha roca, realmente mojada y resbaladiza, seguida de otra con mucho barro. Aquí me rebasaron un par de corredores y empezó la parte un poco más dura para mí de la carrera. Desde más o menos el kilómetro 10 hasta el 17 tuve síntomas de bastante cansancio y me propuse gestionar los ritmos para llegar con fuerzas a los últimos kilómetros.

En este tramo no me importó perder algún puesto, llegando a situarme en torno al puesto 11/12 de carrera. Las zonas llanas o en ligero ascenso se me resistían, pese a que son las zonas donde mejor me encuentro siempre, pero la falta de kilómetros en las últimas semanas se notaba. Eso sí, para arriba y para abajo si me iban bien las piernas.

Creo que fue muy importante, en estos momentos, no desconectar en absoluto y seguir el plan de avituallamiento que llevaba planteado y que al final me funcionó a la perfección. Poco a poco fui recuperando sensaciones según nos acercábamos al kilómetro 17, dónde se junta esta distancia con la de 13 kilómetros y donde está la subida más larga y dura del recorrido.

En este punto me cogió por detrás Salva Calvo que venía a muy buen ritmo e hicimos juntos la primera de las tres subidas que nos quedaban, fue el último puesto que perdí en carrera. Tras esa subida, un tramo rápido de sube y baja con mucho barro donde, como siempre, caí al suelo, sin más consecuencias que una herida en la rodilla y que no me impidió levantarme y continuar en carrera al instante.

Y desde aquí las dos últimas subidas y unos 650 metros de desnivel positivo por salvar aún.

A meta con buenas sensaciones

Comencé la subida más larga de la carrera con idea de coger mi ritmo y no soltarlo hasta arriba y así fue. Empecé a recuperar sensaciones y me notaba mejor de fuerzas. La subida es larga y, pese a llegar con bastante cansancio de piernas a la parte alta, comprobé nada más coronar que, para abajo, podía ir rápido sin problemas y que las malas sensaciones habían pasado.

Un último tramo de llano en el paso por el último pueblo y, sorpresa, corría más cómodo por llano que hacía 10 kilómetros. Este hecho y la posibilidad de ganar un par de puestos en el último tramo de carrera me hicieron enfrentarme con ganas a los últimos 250 metros de desnivel.

Finalmente, pude ganar esos dos puestos y completar la última subida con buenas sensaciones, para ya sólo pensar en los escasos dos kilómetros que nos quedaban hasta meta, muy favorables, y donde pude volver a correr rápido para acabar con unas sensaciones magnificas. Al final 4h10′ de carrera, mejorando claramente las 4h24′ del año pasado (tras una pájara descomunal) y un 9º puesto general y 6º senior masculino.

¿Y qué hay mejor que acabar con buenas sensaciones una carrera? Pues una olla ferroviaria y un trato exquisito como el que nos brindan todos los años en Matallana de Torio Miguel, Joaquin y Camino, entre otros, y ¡gratis!

¡Muchas gracias por todo! El año que viene sabéis que volveré sin duda.

Icono Camara Cundi Vega – Cxm Matallana de Torio 2019

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